Que los valencianos son unos artistas, no hay más que ver a la Tía Paquita.
Anteayer fuimos a ver la EXPOSICIÓN ANTOLÓGICA de JOAQUÍN SOROLLA, ubicada en el nuevo edificio del MUSEO DEL PRADO, anexo al de siempre.
Se trata de uno de mis pintores favoritos, de ahí que ya conociera parte de su obra más conocida, la que se exhibe en su CASA-MUSEO de la madrileña calle del General Martínez Campos.
Todos conocemos la serie de cuadros en los que se plasma la belleza de las costas levantinas, con sus mujeres vestidas de época, y los niños desnudos jugando en la orilla.
En todos ellos, la protagonista es la LUZ. Una luz blanca, limpia, serena que consigue reflejar la claridad del día, la transparencia del agua, la humedad de los cuerpos...
Es de tal intensidad la luz que desprenden los cuadros, que a la entrada de la exposición te regalan unas gafas de sol especiales.
No obstante lo anterior, Sorolla también "trabajó" la pintura costumbrista, lejos ésta de su temática playera y ya con cierta implicación social. A destacar su serie de festejos regionales (cuadros enormes y actualmente propiedad de un coleccionista privado neoyorkino).
Tras la dosis cultural diaria, tocó la gastronómica, que consistió básicamente un ponernos tifos de carne de cebón a la brasa, y ello caldeado con un Martínez Lacuesta crianza que nos dejó más a gusto que un arbusto. El local (muy recomendable) atiende al nombre de CAFÉ-TERRAZA EL BOTÁNICO, a escasos metros del jardín y del museo.
B&B
PD.- ¡Pues a mí no me dieron las gafas al entrar!... Merche dixit.